jueves, 30 de mayo de 2013

''Daría la vida por ti'' Fueron las últimas palabras que escuché antes de cerrar los ojos. 
Todo comenzaba en un frío invierno, donde la nieve cubría las calles. Yo era un chica normal, iba a primero de bachillerato, mis notas iban bien, tenía mi grupo de amigas, tenía una familia perfecta... Todo muy corriente para un chica de mi edad. Pero al cumplir los 18 mi vida comenzó a sufrir varios cambios; mi salud empezaba a preocuparnos, conocí a gente nueva pero a la vez perdí a gente muy querida. Un verano me tuve que mudar a otra ciudad, me fui a la playa; lo que no sabía es que allí conocería al que un día sería mi futuro. Cuando estaba allí me costaba mucho hacer nuevas amistades, digamos que no encajaba del todo... Pero finalmente conocí a varias personas de las cuales uno me llamo especialmente la atención, aún no habíamos hablado y yo no me atrevía a dar el primer paso. Fuimos a la playa, allí los chicos jugaban al fútbol y nosotras mientras nos contábamos nuestras vidas. Yo no dejaba de mirar a ese chico, y la verdad él tampoco dejaba de hacerlo; entonces una de mis amigas me dijo:
-Se llama Álex, ¿por qué no vas a hablar con él?
-¿Quién yo? Me da mucha vergüenza...
-No seas tímida, te gusta ¿verdad? Él no deja de mirarte, así que corre ves.
Todas me empujaron hacia él, y todos se reían al ver que los dos nos sonrojábamos.
-Hola, ¿quieres dar un paseo? - me dijo él.
Yo asentí con la cabeza, estaba muy nerviosa y no dije palabra alguna en el paseo. Él me miraba y sonreía. Empecé a sentir un gran cosquilleo, quizás me estaba enamorando...
-¿Por qué no hablas? ¿Te da vergüenza? No tienes porque estar nerviosa - dijo él con una carcajada.
-Bueno... Verás es que...
-Espera quieta un momento. No te muevas. - nos miramos fijamente - Estas preciosa con la luz del atardecer...
Los dos empezamos a sonrojarnos y una tímida sonrisa se dibujo en nuestras caras. Entonces con esos ojos que hipnotizaban me miró fijamente, me acarició con sus manos suaves mi rostro y... Me besó. No podía creer lo que estaba pasando, era como un sueño que toda princesa sueña. Agarrados de la mano volvimos sin decir palabra, solo nos mirábamos y sonreíamos. Me acompañó a mi casa, era de noche y no me quería dejar sola. Entonces antes de irse me susurró: 
-Te he estado esperando mucho tiempo, esperaba el momento de conocer a la chica perfecta. Espero que me dejes vivir la vida a tu lado.
Me besó la mejilla y se empezó a alejar. No podía quedarme ahí quieta, tenía que decirle algo. 
-¡Espera! Te quiero. 
Y corriendo vino hacia mi, agarrándome con sus brazos, fundidos en un beso.
Pasaban los meses, los años y yo ya no me hacía una idea de cómo sería la vida sin él. 
Mi salud volvió a empeorar y decidieron hacerme varias pruebas. Yo aún no le dije nada, no quería preocuparle, pensaba que no sería nada. Pero me equivoqué. Al cabo de dos meses, los médicos dijeron que tenía leucemia y lo habían detectado tarde. A pesar de que tenía que seguir con una vida normal, era imposible. Álex no sabía nada, mis padres buscaban la manera de buscar un remedio...
Pero un día no pude levantarme de la cama, me llevaron de urgencias al hospital. Lo único que escuchaba era el sonido de una máquina, no veía más allá de mi camilla y unas flores que me dejaron mis familiares. ¿Qué estaba pasando? 
Volví a abrir los ojos y, allí le vi como esperaba a que despertara. 
-¿Has estado aquí toda la noche? Debería irte a casa y descansar - le dije. 
-¿Por qué no me lo dijiste? Ni te imaginas mi reacción al saber lo que te pasaba... No entiendes que te quiero, eres mi novia y... Daría mi vida por ti.
Mi sonrisa iluminó mi cara y cerré los ojos. Mi corazón dejaba de latir poco a poco, escuchaba como su voz me pedía que no le dejara...
Han pasado diez años desde ese día, un día en el que volví a nacer. Gracias a los médicos pude salir de aquella oscuridad en la que durante un momento me vi sumergida.
Ahora aquí estoy, sentada en un porche mirando el atardecer junto al chico que me enseñó a vivir más allá de una enfermedad, con nuestro pequeño hijo. Y la verdad es que quizás no viva sesenta años pero merece la pena vivir porque al fin y al cabo la vida me dio una oportunidad para seguir viviendo más tiempo junto a él. 

Te encontraré.

Maldito el día que te fuiste. Te llevaste las estrellas y la esperanza que llenaba mi vida. El día que te fuiste mi corazón se convirtió en una corriente de lágrimas, mi vida se convirtió en un sin fin. Ya no me atrevía a mirarte, no desde que un día tu persona decidió alejarse de mi lado. Rechazar nuestro amor, esa era tu voluntad. Nos quedaron por decirnos muchas cosas, pero ya no había palabras para lo que un día llamamos ''amor''. Pero dejé que partieras sin tener un rumbo conmigo, era lo que te haría feliz, era lo que querías. Me amabas y me dejaste, te amaba y te dejé marchar. Sea donde quiera que estés, encontraré un rumbo que me lleve de nuevo a ti. 

sábado, 25 de mayo de 2013

Y mientras se alejaba mis lágrimas cubrían mi rostro. Un corazón roto, un alma hundida en la soledad. Pensaba que no llegaría este día, pero me equivoque. 
Todo parecía tan bonito, era solo un principio que tarde o temprano llegaría a su fin. Sin duda fueron los mejores años a su lado, pero se cansó de nuestro amor. Su corazón dejó de latir, su mirada se volvió cada vez más fría, cada día que pasaba estaba más distante de mi. Poco a poco se alejaba de mi lado. 
Y llegó el día, que jamás pensaría que llegaría. Sentados bajo un árbol, observando el atardecer; ya no había miradas intensas ni palabras de amor. Todo era diferente, ya nada era igual y es que había conocido  a otra persona que le hacía más feliz. Supongo que no teníamos un futuro juntos, no era su otra mitad... Todo se volvió confuso. 
Y es como ahora, después de tantos años mi alma sigue caminando sola, sumergida en la soledad.

miércoles, 8 de mayo de 2013

Sonría princesa.

No sé donde se quedaron esas risas, no sé donde se quedaron las ganas de seguir luchando. El simple hecho de saber que no le gustas al resto, no puede hacer que te borres esa preciosa sonrisa. Para ellos serán simples palabras, pero para ti ese ''gorda'', ''fea''... No deben crear tus heridas, esas marcas en las muñecas. Así que sonría y olvídate del resto.

Y es que somos dos locos enamorados.

Lo que para una gente son solo tonterías, para nosotros son bonitos recuerdos.
Y llega el momento de la despedida. Das la vuelta pero miras hacia atrás ¿cuándo le volverás a ver? Entonces llega el momento, te encierras en tu cuarto con la música a todo volumen. Lo único que haces es mirar el móvil cada minuto que pasa esperando un mensaje suyo como un ''te quiero''. Pero pasan los segundos, no hay mensajes nuevos. Y como una idiota, te pones vuestra canción, lloras como una niña a la que le han quitado su muñeco. Lloras porque no imaginas otros labios como los suyos, porque esperas que la historia no acabe nunca. Llega el mensaje, ilusionada, lloras de felicidad. El mensaje dice: ''no sabes lo mucho que te echo de menos...'' Y te das cuenta de que es el amor de tu vida, y que pase lo que pase siempre será un bonito recuerdo imposible de borrar.