viernes, 27 de diciembre de 2013

Él nunca supo como ocurrió, simplemente pasó.Un día sintió que una mirada y una sonrisa se iluminaban entre todas las demás. Aquellos ojos y aquella sonrisa lo rodearon como si de un abrazo se tratara. Él se sintió bien, feliz. Pero entonces despertó, y dolía, dolía sentirse solo, no había nadie a su lado y eso le hundía. ¿A dónde fue el chico feliz que era?
-Hace poco la estaba besando en sus sonrojadas mejillas, bailando aquella canción lenta bajo la lluvia, haciendo cada una de nuestras tonterías... Cuando me decía las cosas que le gustaban de mi, esas eran las cosas que merecían la pena. Recuerdo cuando me dijo por primera vez en un susurro ''te quiero'', pero también recuerdo cuando me dijo su última palabra: ''adiós''. Me gustaría mandarlo todo a la mierda.
En ese momento hasta respirar le dolía. Nunca se había puesto a pensar en todo el daño que se causaba con solo pensarla, en que cuando estás enamorado te da igual todo lo demás; no te das cuenta de que tu casa está hecha una mierda, que llevas sin salir, tu nevera solo tiene latas de cerveza y una lata de atún, no le coges el teléfono a nadie... Él quería salir corriendo a buscarla, pero tenía miedo, miedo de encontrarla con alguien más.
Pero entonces te das cuenta de que ha pasado tiempo desde que empezaste a caminar solo, encuentras el por qué te encuentras solo, y buscas una solución. El hecho de que una estrella deje de brillar no significa que las demás dejen de hacerlo.
Cogió sus cosas y salió a buscarla. Salió de aquellas cuatro paredes que se derrumbaban cada día, salió de aquel infierno del cual era preso de sus recuerdos. Olía a lluvia; no se escuchaban voces, tan solo el susurro del viento. Y la encontró, estaba sentada en un banco parecía estar esperando a alguien.
-''¿Qué haces aquí?'' -dijo ella.
Sus palabras se clavaron en su cuerpo, él recordaba su voz con dulzura, ahora no, esta vez sus palabras eran frías como aqueñ ''adiós''. Pero ya era tarde para dar marcha atrás, tragó saliva y su corazón se empezó a acelerar...
-''¿Lo notas no? Hasta tú notas que me duele el respirar. Tengo miedo ¿sabes? Tal vez lo tenga porque tu eres todo lo que necesito, eres todo lo que quiero y hasta aquel día no me dí cuenta. Ya ni siquiera sé como sobrevivir si tú no estás a mi lado. Nunca sabré el por qué pero no he dejado ni un solo segundo de extrañarte. Solo estoy seguro de una cosa: Haría lo que fuera por volver a estar a tu lado, incluso si eso significa ir en contra de mis instintos. Daría todo lo que tengo, hasta mi alma, por ti. Si eso no es amor... Es lo mejor que puedo darte. Me hiciste una promesa ¿la recuerdas? Prometiste que nunca me dejarías.''
-''¿Todavía me quieres? Es ridículo...'' -respondió ella.
-''Te estoy mirando ahora, y tú todavía me preguntas si todavía te quiero, como si pudiera dejar de amarte. Como si fuera a renunciar a lo que más me hace fuerte. Jamás me había atrevido a ofrecer mucho más de mi mismo a nadie... Había entregado pedacitos de mi, pero hicieron falta meses para hacerlo... Sin embargo desde la primera vez que te vi, supe que te pertenecería eternamente. No vengo para que vuelvas a mi lado, he venido para que te des cuenta del daño que me hiciste, y es el daño que te toca sufrir ahora.''
Entonces se marchó. Sin derramar lágrima alguna, se dio cuenta de que debía continuar su vida porque a veces las historias de amor verdadero son las más cortas, y ella siempre seguirá viva en sus recuerdos.



¿Te imaginas?

Que bonito sería poder traer de vuelta a alguien del cielo ¿te imaginas? Poder pasar un último día con esa persona, solo un día, darle tu último abrazo, un último beso, volver a escuchar en el viento su voz. Tener de nuevo la oportunidad de decir: ''te quiero, te extraño.''